La vida es un viaje
Desde la Isla Coronado, Baja California Sur.
Sucede que inicié este post el 31 de julio… justo a mi regreso de Loreto, B. C. S. Viajé con mi cría y amistades queridísimas al sur de la península que adoro.
Subí la imagen, fotografía tomada desde una de las playitas de la Isla Coronado donde se perfila el particular horizonte loretano. Ese fue un buen día. Una mañana deliciosa al abrazo de las tibias aguas del Mar de Cortez (Golfo de California, Mar Bermejo, etc.).
La impresión que el viaje dejó en mi alma es (y me robo una palabra del inglés que me resulta más precisa) overwhelming. Qué afortunadas. Qué afortunadas por esos días y su paisaje. Qué afortunadas por el cariño y la amistad que celebramos. Qué afortunadas porque tuvimos a dónde volver (Tijuana, nuestro hogar, la familia, salud y trabajo).
Cumplí 49 años en Loreto, rodeada del cariño de mi cría y mi gente queridísima; y, por la tarde, recibí el abrazo de mis padres en Tijuana. La vida (sin grandes aspavientos protagónicos) nos ofrece las mayores alegrías.
Pues bien, subí la imagen. Elegí el título: “La vida es un viaje”… y así quedó todo el post. Hasta hoy, 7 de octubre. En estos meses las alegrías no han cesado. Las amistadas: cercanas, luminosas. La cría inició su vida universitaria. «Al revuelo de la enagua», por fin, vio la luz y nuestros pasos nos llevan a las primeras presentaciones en noviembre próximo.
En efecto, la vida es un viaje y no se detiene. Hoy traigo en el corazón gozos inesperados, a los que me abrazo sin reparos porque, ¿para qué? ¿Quién soy yo para negarme esta dicha?
Sigo con dos diplomados y se perfila un tercero a finales de mes. Me emociona aprender. No tengo remedio.
Que siga el viaje, pues, que siga lo bonito del otoño por aquí (olvidé mencionar: es otoño ya). Les abrazo con una gran sonrisa en los labios.
M.